Buenos días.

Se levantó con los sueños muertos, una tormenta llamada tristeza los destruyo.
Imagino su vida mientras el cereal era masticado en su boca, la leche se deslizaba por sus labios y sus uñas se enterraban en la palma de su mano.
Una historia llena de sueños se venia abajo, una sonrisa creada por momentos tejidos se deshilachaba, una mente casi inhabitable se convertía en escombros.
El ultimo pilar que sostenía la esperanza crujió y el suelo se trago las migajas de este.

Pero ella sonreía.

Por fuera había calma, paz, con la voz partida ella sonreía.
El corazón hecho añicos, un estomago revuelto y una mano que no soportaba más heridas.

La vida misma le susurraba que no valía la pena llorar.
Una voz misteriosa la alejo del mundo por un momento.
"No cabe un alma en esta mente." pensó y se hecho a llorar.

El silencio se apodero de su alma y con la sonrisa rota se que inmóvil.

La niña de las uñas verdes no encontraba la salida de su propia mente,
y eso la hizo miserable.

Una prisión sin barrotes, con la conciencia como carcelero.
La única salida era un vaso de agua fría, pero no quería nada.

Ese era el problema,
nunca quería nada.
Y nadie a su alrededor hacia nada.

Un nada que de a poco la mataba, que no la hacia libre de su propio estado de animo.
Ella no podía más.
Nunca sería libre de su propia mente, tampoco de su vida o sus decisiones.
Tomo un ultimo respiro y se mordió las manos.

Bajo el mar de lagrimas, se ahogo.

La niña se durmió nuevamente, pero esta vez no iba a despertar.

Un vaso de agua fría y un buenos días, quizá, la hubiera salvado.

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