Oliver Espárragos y Mantequilla de la Mancha.
Parte 2.
http://www.youtube.com/watch?v=5bfseWNmlds Ya sabes que hacer.
Era otro día en la montaña.
Quizá uno de esos días donde no se espera que pase algo realmente importante, relevante, simplemente, otro día por vivir.
Oliver se levanto con el ánimo hasta las nubes, bien arriba, pensando en todas las aventuras que podía tener.
Mientras Doña Luna Llena estaba oculta, el salio para pensar un rato. Mientras se alejaba de su casa, se puso a imaginar que podía haber más allá de la montaña.
¿A quién le pertenecería ese gran reino? ¿Podría declararse el rey de la montaña? ¿De verdad había algun rey? ¿Dragones? ¿Más brujas? y miles de preguntas que Oliver se hacia conforme avanzaba su marcha.
Se detuvo, y al instante recordó a un viejo amor, Blanca Azul de la Laguna.
Blanca Azul de la Laguna era una ninfa de un cuerpo extremadamente bello.
Tenía los ojos de un gris que asimilaba al verde, y un cabello negro que cubría más de la mitad de su cuerpo.
A diferencia de Doña Luna Llena, Blanca Azul de la Laguna tenía la piel morena, pero no tanto, más bien, era una piel brillosa y bronceada.
Era la ninfa de la danza, por lo tanto, su especialidad era hechizar a quien se le apeteciese con su baile.
Y a pesar de poder poseer todo aquello que ella quería, era muy considerada con los demás. Más bien era muy bondadosa.
Oliver vivía enamorado de ella, pero como ya se los he contado antes, Doña Luna Llena, envidiando todo el amor que Espárragos le daba a Blanca, le convenció de probar una poción que, le haría inmortal, indestructible.
Pero era una mentira.
Una gran y horrorosa mentira.
Perdiendo el control sobre sus sentimientos, olvido todo lo que vivió con Blanca, y todo lo que alguna vez sintió se hizo añicos.
Solo a una persona esto hacia feliz, y mientras una celebraba tener un nuevo amor, Azul de la Laguna creyó morir por un corazón roto.
"¿Por qué?" se preguntaba casi todos los días.
Si bien era cierto que ella amaba a Oliver, nunca pudo asimilar la idea que de la noche a la mañana, ella había perdido al amor de su vida.
Pero no podía hacer nada, nunca se atrevería a contradecir a la bruja, temía perder todo, para ganar algo, que inciertamente podía estar en su destino.
Oliver llego a la laguna que bañaba el prado.
Se detuvo frente al agua, y observo como pequeñas criaturas nadaban felizmente.
-Azul, azul, ¿estás ahí? - La llamo, como solía hacerlo siempre. Blanca, al oírlo nado hasta donde se encontraba el.
-¿Qué pasa? -Dijo mientras se asomaba por debajo de un nenúfar, a modo de cubrirse ante el.
-Pasaba por aquí, entonces me acorde de ti. ¿Cómo estás? ¿Podrías salir? En el agua te ves muy azul. -La ninfa salio y dejo lucir su hermoso vestido hecho por pequeñas gotas de agua.
Sus pies casi perfectos se combinaron con el color del pasto, y ese aroma a tierra mojada hizo que Oliver se perdiera mientras se ahogaba entre recuerdos.
Hacía tanto que no la veía, y al contemplarla, sonrojada, e intranquila, pudo sentir algo en su estomago, pero antes de dejarse envolver en esa sensación, una punzada ataco su corazón, una voz invadió su mente, y el solo pudo caer sobre sus rodillas.
-¿¡Os pasa algo, Oliver?! -Dijo Azul, agachándose con el y tomándole del brazo.
-Estoy de maravilla, creo, que será mejor que me vaya despidiendo, a mi amada esto no le haría muy feliz. - Y se levantó, sacudiéndose la tierra de las rodillas, camino lejos de Azul.
Ella, no pudo ir detrás de el, la palabra "amada" aun retumbaba en sus orejas, y eso, la hizo miserable.
Regresó a la laguna, y se hizo con el agua.
Después de todo, nadie puede verte llorar bajo el agua.
Nuestro aventurero siguió su camino, hasta toparse con un pequeño bosque.
No sería un gran problema, al no ser que la luna comenzaba a salir, y mientras Doña Luna Llena no de la autorización el no podía seguir con el camino.
Después de todo, nadie se atrevería a llevarle la contraria a una bruja.
No le importo mucho, y continuo su camino.
El bosque estaba llenos de arboles inmensos flores silvestres, sátiros que iban y venían, hadas que revoloteaban por el lugar, y muchos duendes.
Se podía apreciar que la vida del bosque era de lo más agitada, y aunque pareciese que era apetecible vivir ahí, quién sabe que horrores se mostrarían al caer la noche.
Llego hasta un punto donde el camino se convertía en un sendero muy angosto, y solo la luz de la luna llena podría iluminarlo entre tanta oscuridad.
Espero pacientemente hasta que la luz de luna lo guiara, pero sentía que alguien lo observaba.
Otra vez esa sensación de no estar solo.
Doña Luna Llena no aparecía por ningún lado, y de a poco se nublo el cielo.
Algo acechaba a Oliver, algo no lo dejaría volver...
Y aunque, su valentía era mucha, sintiéndose tan solo, no podía avanzar. El sendero desaparecía de a poco, y miles de millones de ruidos hacían sus danzas rítmicas en sus oídos.
Algo, entre los arboles, no dejaba de espiar a Espárragos...
http://www.youtube.com/watch?v=5bfseWNmlds Ya sabes que hacer.
Era otro día en la montaña.
Quizá uno de esos días donde no se espera que pase algo realmente importante, relevante, simplemente, otro día por vivir.
Oliver se levanto con el ánimo hasta las nubes, bien arriba, pensando en todas las aventuras que podía tener.
Mientras Doña Luna Llena estaba oculta, el salio para pensar un rato. Mientras se alejaba de su casa, se puso a imaginar que podía haber más allá de la montaña.
¿A quién le pertenecería ese gran reino? ¿Podría declararse el rey de la montaña? ¿De verdad había algun rey? ¿Dragones? ¿Más brujas? y miles de preguntas que Oliver se hacia conforme avanzaba su marcha.
Se detuvo, y al instante recordó a un viejo amor, Blanca Azul de la Laguna.
Blanca Azul de la Laguna era una ninfa de un cuerpo extremadamente bello.
Tenía los ojos de un gris que asimilaba al verde, y un cabello negro que cubría más de la mitad de su cuerpo.
A diferencia de Doña Luna Llena, Blanca Azul de la Laguna tenía la piel morena, pero no tanto, más bien, era una piel brillosa y bronceada.
Era la ninfa de la danza, por lo tanto, su especialidad era hechizar a quien se le apeteciese con su baile.
Y a pesar de poder poseer todo aquello que ella quería, era muy considerada con los demás. Más bien era muy bondadosa.
Oliver vivía enamorado de ella, pero como ya se los he contado antes, Doña Luna Llena, envidiando todo el amor que Espárragos le daba a Blanca, le convenció de probar una poción que, le haría inmortal, indestructible.
Pero era una mentira.
Una gran y horrorosa mentira.
Perdiendo el control sobre sus sentimientos, olvido todo lo que vivió con Blanca, y todo lo que alguna vez sintió se hizo añicos.
Solo a una persona esto hacia feliz, y mientras una celebraba tener un nuevo amor, Azul de la Laguna creyó morir por un corazón roto.
"¿Por qué?" se preguntaba casi todos los días.
Si bien era cierto que ella amaba a Oliver, nunca pudo asimilar la idea que de la noche a la mañana, ella había perdido al amor de su vida.
Pero no podía hacer nada, nunca se atrevería a contradecir a la bruja, temía perder todo, para ganar algo, que inciertamente podía estar en su destino.
Oliver llego a la laguna que bañaba el prado.
Se detuvo frente al agua, y observo como pequeñas criaturas nadaban felizmente.
-Azul, azul, ¿estás ahí? - La llamo, como solía hacerlo siempre. Blanca, al oírlo nado hasta donde se encontraba el.
-¿Qué pasa? -Dijo mientras se asomaba por debajo de un nenúfar, a modo de cubrirse ante el.
-Pasaba por aquí, entonces me acorde de ti. ¿Cómo estás? ¿Podrías salir? En el agua te ves muy azul. -La ninfa salio y dejo lucir su hermoso vestido hecho por pequeñas gotas de agua.
Sus pies casi perfectos se combinaron con el color del pasto, y ese aroma a tierra mojada hizo que Oliver se perdiera mientras se ahogaba entre recuerdos.
Hacía tanto que no la veía, y al contemplarla, sonrojada, e intranquila, pudo sentir algo en su estomago, pero antes de dejarse envolver en esa sensación, una punzada ataco su corazón, una voz invadió su mente, y el solo pudo caer sobre sus rodillas.
-¿¡Os pasa algo, Oliver?! -Dijo Azul, agachándose con el y tomándole del brazo.
-Estoy de maravilla, creo, que será mejor que me vaya despidiendo, a mi amada esto no le haría muy feliz. - Y se levantó, sacudiéndose la tierra de las rodillas, camino lejos de Azul.
Ella, no pudo ir detrás de el, la palabra "amada" aun retumbaba en sus orejas, y eso, la hizo miserable.
Regresó a la laguna, y se hizo con el agua.
Después de todo, nadie puede verte llorar bajo el agua.
Nuestro aventurero siguió su camino, hasta toparse con un pequeño bosque.
No sería un gran problema, al no ser que la luna comenzaba a salir, y mientras Doña Luna Llena no de la autorización el no podía seguir con el camino.
Después de todo, nadie se atrevería a llevarle la contraria a una bruja.
No le importo mucho, y continuo su camino.
El bosque estaba llenos de arboles inmensos flores silvestres, sátiros que iban y venían, hadas que revoloteaban por el lugar, y muchos duendes.
Se podía apreciar que la vida del bosque era de lo más agitada, y aunque pareciese que era apetecible vivir ahí, quién sabe que horrores se mostrarían al caer la noche.
Llego hasta un punto donde el camino se convertía en un sendero muy angosto, y solo la luz de la luna llena podría iluminarlo entre tanta oscuridad.
Espero pacientemente hasta que la luz de luna lo guiara, pero sentía que alguien lo observaba.
Otra vez esa sensación de no estar solo.
Doña Luna Llena no aparecía por ningún lado, y de a poco se nublo el cielo.
Algo acechaba a Oliver, algo no lo dejaría volver...
Y aunque, su valentía era mucha, sintiéndose tan solo, no podía avanzar. El sendero desaparecía de a poco, y miles de millones de ruidos hacían sus danzas rítmicas en sus oídos.
Algo, entre los arboles, no dejaba de espiar a Espárragos...
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