Dientes chuecos.
Yo conocía una sonrisa con los dientes chuecos.
De esos dientes de los que dices ¡Wuaus!
Odiaba sus dientes.
Oh, odiaba esos dientes.
¡ Parecía que se quisieran besar entre ellos!
Técnicamente, sus dientes estaban bizcos.
Como odio los dientes chuecos.
Me purgan el alma.
Cuando veía a su dueño sonreír,
era como si sus dientes me dijeran ¡ MÍRANOS!
¡SUFRE Y MÍRANOS!
Entonces volteaba a otra parte.
Volteaba y veía sus ojos.
Entonces, sus ojos, me decían que eran muy bonitos para ser vistos.
"¿Podrías voltear a otro lado?"
"No eres la gran cosa para vernos, voltea, por favor."
Así que, nuevamente, buscaba otra parte de su cuerpo para descansar la vista,
y me encontré con sus manos.
¡Sus uñas!
¡Por Dios, sus uñas!
No soportaba que sus uñas fueran tan anchas.
¿Cómo unas uñas pueden ser así?
¡Las uñas deben ser cuadradas y bonitas!
Sin necesidad de que me lo pidiesen, mis ojos cambiaban de dirección.
Esta vez, fueron a parar a su nariz.
"Su nariz es enorme..."
No, no funciono.
¡Otra parte otra vez!
Ahora, me perdía en sus labios.
¡Ah, sus labios!
Tan bonitos.
Me presumían que eran bellos,
inclusive me tentaban a besarlos.
No podía hacerlo, me da mucha pena besar frente a la gente.
Me anime a buscar a otra parte.
Sus cejas.
Peludas, normales, nada extraordinarias.
¿Y saben? Durante todas las platicas, mis ojos no paraban de hacer sus visitas casuales a su cuerpo.
Poco a poco, mis ojos fueron acostumbrándose a cada centímetro del suyo.
Sus ojos, que eran tan cotizados, se acostumbraron a los míos.
Sus labios, que eran presumidos, se dejaron acariciar muchas veces.
Sus uñas, que me parecían horribles, me comenzaron a gustar. Entre tantas uñas, y las suyas eran únicas.
Y no se digan sus dientes.
¡Amaba esos dientes!
Eran chuecos, como los que odio, pero eran sus dientes.
Y amaba que fueran suyos.
Porque eran como el, desaliñados, feos, sin preocupaciones.
Sus cejas.
Sus pestañas.
Todo el.
¡Amaba el conjunto!
¡Perfección!
Luego llegaron los brackets, con las ligas grises.
¡Te imaginas! ¡Cambiaban a mis dientes chuecos!
Pero el cambio fue bueno.
Su sonrisa se hizo aún más bella.
Amaba esa sonrisa con brackets.
Usaba sus ligas rojas, porque yo le pedí que las usará rojas.
Entonces, comprendí, que poco a poco, nos vamos enamorando de los defectos de los demás.
Lo maravilloso de los defectos, es que te hacen único.
¡Que manera de ser único!
Y esa sonrisa, que ya no tiene dientes chuecos, me hizo darme cuenta de algo:
No importa que te creas feo, alguien se enamorará completamente de ti, solo dale el tiempo
de aprender a querer tus defectos.
Solo dale tiempo, de aprender a querer tus dientes chuecos.
Comentarios
Publicar un comentario