Una tristeza medio rara.
A mi me da una tristeza medio rara, pues no puedo llorar, y tampoco reír, sólo me da por recordar y por sentir.
Entonces escribo, pero de mis ojos no brota nada, sólo se ahogan las palabras en un vaso con agua fría, en una taza de café, en las notas de este blog.
Creo que por mucho, preferiría llorar, quitarme la tristeza de un senton, pero no ocurre, mis lágrimas no caen, no viven, las he ahogado.
Soy prisionera de mi propia tristeza, cuya cura sería una sonrisa sincera, pero en este mundo tan extraño, ya no se que es sincero, que es honesto, cual de todas las cosas que creo son verdad.
Prefiero no saber nada.
Sólo siento, sólo escribo, sólo bebo el café y pienso que todo sería mejor si el amor comenzara al revés.
Un corazón descuidado y herido, que de a poco cae en el olvido y es feliz otra vez.
Pero nada sucede como pienso, y como pienso nunca sale tal cual; ya no me sorprendo, ya no espero, ya no grito y tampoco golpeteó, que pase lo que pase, yo no moveré ningún dedo.
Bueno, padezco de una tristeza medio rara, que no se de dónde salió.
¿Enferme, a caso, del mal del corazón roto? Espero que no, pues ese no tiene cura, hasta que alguien se ofrece a vendarlo, y digamos que, no hay una farmacia aquí cerca.
Ya no se que es peor, que hable de enfermedades que no existen, que algo tan patético me marchite, o que a lo lejos escucho su voz diciendo mi nombre.
A veces quisiera no sentir y sólo dejarme llevar.
A mi me da una tristeza medio rara, pues no puedo reír, no puedo llorar, sólo puedo escribir y como siempre, me da por recordar.
Y como recuerdo cada detalle, ya no se que más pensar, sólo se que lo que necesito, es una taza de café, un te quiero al oído, y un beso lentito, un "nos vemos después".
Comentarios
Publicar un comentario