5 minutos.
Se que no entiendes.
Se que hace mucho que ya nadie entiende.
Igual y las casas se tienen que dejar vacías cuando te debes mudar, pero, ¿qué tan difícil es dejar un recuerdo? ¿Una marca en la pared? ¿Una mancha en el suelo? Algo que te haga saber que alguien ya habito ahí.
Igual y ahora, mucho menos entiendas.
Hablo en paradojas y metáforas para que no notes que te extraño, y que al extrañarte, no hago más que pensar en casas vacías que tienen marcas en la pared, en ciudades repletas de gente que no sabe a donde irá después de su próximo destino. Que todos vivimos un poco de miseria un día, y al otro día, todos estamos bien.
Pero que más da, ¿verdad? Es falso que todos estamos bien de un día a otro. Es falso que no duele más de una vez lo que alguna vez dolió.
Es falso decir que te escribo con la intención de hacerte saber que te extraño, pero igual, basta usarla de excusa.
No caer en la rutina es parte de mi rutina, y mi rutina ya no tiene nada que ver contigo, a excepción de pensarte 5 minutos después de estar despierta, 5 minutos antes del desayuno, 5 minutos al caminar, 5 minutos al volver a casa.
5 minutos donde eres tú. 5 minutos donde no sé quién soy, donde, al igual que tú, tampoco entiendo.
Se que no entiendes, y que entender es sólo la parte molesta de la historia.
Pero pensar es lo que me mantiene viva, porque sentir me ha dejado muerta.
Por lo tanto, me toma 5 minutos incluirte en mi mundo, 5 minutos que se pueden transformar en 3 horas seguidas. 3 horas donde puedo sentirme miserable, o la más feliz, o simplemente eso: Sentir.
Ahora me tomó el tiempo, y la facilidad de no entender, porque quiero vivir en la ignorancia de no sentir lo mismo que tu sientes, y aún en mi propia ignorancia, saber que ambos sentimos, y qué, a lo mejor, dentro de todo tu día ocupado pensando en cosas más relevantes... A lo mejor, tú también te tomes 5 minutos para extrañarme.
Comentarios
Publicar un comentario