Untitled 14.
Me matas sin la necesidad de atacarme,
y ya no sé cómo defenderme.
¿Esto está pasando otra vez?
La sensación del vacío,
los días que parecen no avanzar,
el miedo de lo improbable,
el juego al azar,
y al final del túnel, tu mano.
Al final del túnel, tu luz.
No sé con quién tuve que tropezar antes,
sólo Dios sabe con quién tropezaré después,
pero me gusta el camino que ahora trazas con gises,
y me gusta que me dejes agregarle curvas a las líneas,
como esa curva que se te forma en la cara cuando digo tu nombre,
como la curva de mis cejas cuando dices el mío.
Me da miedo todo lo relacionado a dejarme ir,
me da miedo no tener a donde llegar, otra vez,
pero me siento valiente cuando sé que en el fondo de ti,
hay un lugar que se llama exactamente cómo yo,
hay un lugar que mide lo que mi mano mide.
Hay un lugar para mí.
Y es gracioso lo mucho que te aullan,
lo mucho que me ladran,
es gracioso que siendo tan pequeña,
me hagas sentir tan grande.
¿No te da miedo sentir algo por mí?
¿Por mis ojos que sólo saben mirar hacia ti?
¿No te da miedo esa parte que no dice nada, pero dice todo?
Porqué a mi sí.
Me da miedo la vulnerabilidad de sentir que somos,
y qué por cosas dejemos de ser...
Porqué a ti te aullan,
y a mi me ladran.
Somos cual barquito de papel,
en un mar de improbabilidades.
Qué bonito suena el "somos" cuando eres la otra parte de la ecuación.
Qué bonito saber que te encontré.
Y creo que entre todas las cosas que gané,
y del montón de cosas que perdí,
encontrarme con tu mano fue magia,
y ver tus ojos brillar fue maravilla.
Que el lugar de donde vengas,
al lugar a donde vayas,
quiero que te lleves un poquito de mí,
esa parte alegre que sólo me habla de ti,
esa parte que se esmera en creer,
que al final del túnel no estaba oscuro,
qué la luz que me ilumina se llama como tú.
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