Dos avellanas.

En los ojos de algunas personas podemos ver galaxias;
podemos ver planetas, constelaciones,
estrellas infinitas con el deseo de seguir ardiendo a pesar de estar congeladas.
En tus ojos yo veía la calma que jamás, jamás podré tener.
Veía las ganas que me faltaban para terminar de descubrir que es lo que realmente quiero,
y cuando te veo,
o sueño que te veo,
me imagino que me miras,
me miras de frente y fijo.
No me dices nada porque sin querer lo estás diciendo todo,
con esas dos avellanas que saben descubrirme el alma detrás de todas esas pestañas.
Porque cuando me mirabas,
por segundos el mundo se paraba,
el tic tac de los relojes se quedaba mudo,
mudísimo de verdad.
Cuando me mirabas, no hacía falta que me provocaras,
no hacía falta que te dijera que valía la pena el momento y el lugar donde el destino nos puso,
no hacía falta el contacto físico para saber que te sentía más allá de la piel.
Siempre supiste ponerme nerviosa sin necesidad de hablar.
A veces me pregunto que tan idiota llegue a ser al no responderte los mensajes,
digo, cuantas noches podría pasar ahora viéndote fijo como tú solías mirarme,
cuantas horas del día te tendría en mi casa sin que me dijeras que te tienes que ir,
cuantos minutos desperdiciados en distintas camas, en distintos lugares...
Tantos besos que no le habrías dado y que serían sólo para mí.
Ahora me conformo con imaginarte frente al espejo cuando me veo,
cuando me abrazabas por detrás y hundías tu cara en mi cuello.
Cuando por un instante te cubrías el rostro y lo único que quedaba por ver era esa mirada en mi rostro.
Esa mirada que me indicaba que estaba bien.
Que todo estaba y marchaba bien.
Porque cuando tú me miras, puedo ver más que estrellas,
veo nebulosas.
Veo galaxias.
Veo lugares donde moriría por posar los pies y dejar al tacto hacer su magia.
Y cuando yo te miro,
cuando te ves reflejado en mis ojos,
espero que notes que tengo un rincón de alguna parte del mundo resguardado entre ellos,
como dos avellanas,
porque los dos tenemos avellanas por ojos.
Los dos tenemos un mundo por miradas.
Porque yo todo lo observo y tú todo lo quieres saber.
Porque tu mirada me indica el norte,
y sé que contigo no me voy a perder. 


Comentarios

Entradas populares