Estás y no.
Estás y no estás,
y ya no sé cuál es peor.
Cuando te veo a mi lado,
cuando respiras mientras duermes,
que ojalá supiera que sueñas,
que la buena suerte estuviera de mi lado y me soñaras,
cuando digo tu nombre y volteas con ese semblante serio,
y luego sonríes...
cuando sonríes y me doy cuenta que te tengo,
mínimo por un día, pero te tengo,
cuando estás conmigo,
es ahí donde la ansiedad no me ataca.
Es ahí cuando siento que tengo un jardín en los pulmones,
que respiro la primavera y exhalo el otoño.
Cuando me miras y el universo se centra en tus pupilas,
cuando tu ojo derecho es júpiter y el izquierdo es marte,
cuando sé que estás conmigo,
y te siento conmigo,
es ahí donde sé que todo se reduce a los hoyuelos en tus mejillas.
Y cuando no estás,
cuando no estás y no sé donde te he perdido,
donde caminarás y con quien lo harás,
es ahí donde no siento ni frío ni calor.
No siento el sudor de las manos, que es parte de mi rutina,
donde no sé si estarás mejor o peor,
no sé si yo te hago la falta que tú me haces,
es ahí donde siento que la incertidumbre me besa las orejas como tú lo hacías,
y no es lo mismo.
Es que sin ti nada es lo mismo.
Es que lo que tú haces y lo que los demás hacen, no es lo mismo.
Estás y no estás.
Te tengo el lunes y el martes ya te estoy echando de menos.
Los sábados despierto contigo y los domingos en la noche ya estoy durmiendo sola.
Y me quedo con la incertidumbre recargada en mi hombro,
susurrándome tu nombre y sintiendo el vacío entre las costillas...
Y que lamentablemente que la única forma de no extrañarte es yéndome a dormir...
Y lo miserable, es que te sueño y amanezco aún más triste.
Qué triste es tenerte y no tenerte.
Qué no seas mío y tú tengas cada centímetro de mí.
Qué triste es que me alegres la vida por unos días y después emigres a otros brazos,
y aún así,
aún así yo sea feliz de lo poco que tengo de ti,
pero contigo nada nunca es poco,
contigo siempre quiero más y también me conformo.
Soy feliz con lo que me des.
Estás y no,
te veo en la puerta y en la misma te despido,
y con las ganas que tengo que decirte que te quedes,
que te quedes y ya nunca vueles...
Pero eres de paso, como los trenes y los autobuses,
y yo soy la estación que te ve partir siempre.
Estás y no estás,
y ya no sé qué es peor,
que tú siempre te vayas,
o que siempre esperé a que regreses.
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