Lo último que me quedó de ti.
Lo último me quedo de ti, fue un encendedor rojo que ahora utilizo cuando los demás están perdidos, y me siento mal por usarlo, tengo miedo de que un día se acabe y sólo me quede un recipiente vacío.
También me quedo una cicatriz en el brazo izquierdo, aunque haya jurado y perjurado que nunca tuviste nada que ver con que me lastimara. Tengo que confesar que alguna vez fuiste un ataque de ansiedad.
Me quedaron varias libretas con escritos y fechas, muchas, muchas fechas. Ojalá recordara que tanto te escribí, quisiera saber si en algún momento lo que siento o lo que sentí cambió.
De lo único que estoy segura es que me esforzaba en escribir bien tu nombre.
Samarita, Samarita...
Ahora todo se basa en recuerdos, en repetirme que el tiempo hará su magia en cualquier momento, en pensar tu nombre y no decirlo, en tener miedo de que esto no se acabe jamás, en que algunos días no sepa nada ni de mi misma y que precisamente en esos días, no hagas falta.
Espero que algún día todo deje de recordarme lo que hacía contigo; que si camino y veo algo extraño, no recuerde cuando vimos a los dos ancianos hablar solos para después sentarse a comer juntos. Que si veo a alguien con una paleta de limón, no recuerde el día que por querer arreglar todo conmigo me llevaste una a mi casa.
Ojalá algún día pueda ver nubes sin pensar en ti.
O ver a una pareja no me sea tan difícil.
¿Por qué tuviste que ser tan a mi medida? ¿Tan parecido y diferente a mí?
Sólo me queda aguantarme las ganas de buscarte y luchar por ti, porque tú no sientes ni la mitad de lo que yo siento.
Ni siquiera recuerdo que era lo que te gustaba de mí, quizá porque he cambiado mucho, según todos, pero sigo siendo igual, creo que sigo siendo igual.
Sólo Dios sabe cuanto me ha costado llegar hasta acá, porque ni siquiera yo lo sé.
Una vez me dijeron que para olvidar a alguien hace falta que borres todo lo que te conecta a esa persona. Es una lastima que todo lo que tengo a mi alrededor me conecte a ti. Siento que estoy siendo una estúpida al pensar esto, pero así sucede y ni que hacerle.
Algunas veces lo tomo de la mejor manera y te recuerdo sonriendo.
Otras veces me tengo que hacer bolita en mi cama para que tu recuerdo no me haga tanto daño.
¿Qué tanto debe amar uno a alguien como para recordarle con todo?
A veces me ahogo en tan poca agua, que siento gracioso después al leerme.
¿Te acuerdas cuando me dijiste que querías que fuera la última mujer en tu vida?
¿Y cuándo te decía que te amaba tanto, tanto, tanto?
¿Te acuerdas cuando nos llovía afuera de mi casa?
¿Cuando bailamos a Frank Sinatra?
¿Te acuerdas que el primer te amo que te dije fue por un mensaje de texto?
¿Te acuerdas que las luces son únicas, como yo lo era?
¿Te acuerdas que nuestras discusiones se acababan cuando te reías?
¿Te acuerdas cuando me besabas la oreja por que sabías lo que provocaba?
¿Te acuerdas cuando veíamos nubes y estrellas?
¿Te acuerdas de lo mucho que nos gustaba abrazarnos?
¿Te acuerdas cuando me tropezaba estando parada?
¿Te acuerdas de la primera vez que lloramos juntos?
¿Cuando ambos usábamos aparatos en la boca y yo amaba que sonriéramos en las fotos?
¿Por siempre? Por siempre.
¿Te acuerdas?
Ojalá yo no lo hiciera para no extrañarte tanto.
Ojalá yo también pudiera omitir todo para ser tan feliz como tú.
Lo único que me quedó de ti fue un encendedor rojo.
Rojo como la sudadera que usas cuando vienes a verme.
Rojo, como los converse que usaba cuando te conocí.
Rojo, como todas las gorras que me has robado.
Rojo, como quedaba tu piel después de que te mordía.
Sólo me quedo una cicatriz y un encendedor rojo.
También me quedo una cicatriz en el brazo izquierdo, aunque haya jurado y perjurado que nunca tuviste nada que ver con que me lastimara. Tengo que confesar que alguna vez fuiste un ataque de ansiedad.
Me quedaron varias libretas con escritos y fechas, muchas, muchas fechas. Ojalá recordara que tanto te escribí, quisiera saber si en algún momento lo que siento o lo que sentí cambió.
De lo único que estoy segura es que me esforzaba en escribir bien tu nombre.
Samarita, Samarita...
Ahora todo se basa en recuerdos, en repetirme que el tiempo hará su magia en cualquier momento, en pensar tu nombre y no decirlo, en tener miedo de que esto no se acabe jamás, en que algunos días no sepa nada ni de mi misma y que precisamente en esos días, no hagas falta.
Espero que algún día todo deje de recordarme lo que hacía contigo; que si camino y veo algo extraño, no recuerde cuando vimos a los dos ancianos hablar solos para después sentarse a comer juntos. Que si veo a alguien con una paleta de limón, no recuerde el día que por querer arreglar todo conmigo me llevaste una a mi casa.
Ojalá algún día pueda ver nubes sin pensar en ti.
O ver a una pareja no me sea tan difícil.
¿Por qué tuviste que ser tan a mi medida? ¿Tan parecido y diferente a mí?
Sólo me queda aguantarme las ganas de buscarte y luchar por ti, porque tú no sientes ni la mitad de lo que yo siento.
Ni siquiera recuerdo que era lo que te gustaba de mí, quizá porque he cambiado mucho, según todos, pero sigo siendo igual, creo que sigo siendo igual.
Sólo Dios sabe cuanto me ha costado llegar hasta acá, porque ni siquiera yo lo sé.
Una vez me dijeron que para olvidar a alguien hace falta que borres todo lo que te conecta a esa persona. Es una lastima que todo lo que tengo a mi alrededor me conecte a ti. Siento que estoy siendo una estúpida al pensar esto, pero así sucede y ni que hacerle.
Algunas veces lo tomo de la mejor manera y te recuerdo sonriendo.
Otras veces me tengo que hacer bolita en mi cama para que tu recuerdo no me haga tanto daño.
¿Qué tanto debe amar uno a alguien como para recordarle con todo?
A veces me ahogo en tan poca agua, que siento gracioso después al leerme.
¿Te acuerdas cuando me dijiste que querías que fuera la última mujer en tu vida?
¿Y cuándo te decía que te amaba tanto, tanto, tanto?
¿Te acuerdas cuando nos llovía afuera de mi casa?
¿Cuando bailamos a Frank Sinatra?
¿Te acuerdas que el primer te amo que te dije fue por un mensaje de texto?
¿Te acuerdas que las luces son únicas, como yo lo era?
¿Te acuerdas que nuestras discusiones se acababan cuando te reías?
¿Te acuerdas cuando me besabas la oreja por que sabías lo que provocaba?
¿Te acuerdas cuando veíamos nubes y estrellas?
¿Te acuerdas de lo mucho que nos gustaba abrazarnos?
¿Te acuerdas cuando me tropezaba estando parada?
¿Te acuerdas de la primera vez que lloramos juntos?
¿Cuando ambos usábamos aparatos en la boca y yo amaba que sonriéramos en las fotos?
¿Por siempre? Por siempre.
¿Te acuerdas?
Ojalá yo no lo hiciera para no extrañarte tanto.
Ojalá yo también pudiera omitir todo para ser tan feliz como tú.
Lo único que me quedó de ti fue un encendedor rojo.
Rojo como la sudadera que usas cuando vienes a verme.
Rojo, como los converse que usaba cuando te conocí.
Rojo, como todas las gorras que me has robado.
Rojo, como quedaba tu piel después de que te mordía.
Sólo me quedo una cicatriz y un encendedor rojo.
Comentarios
Publicar un comentario