Ojalá no me hubieras gustado tanto.
Ojalá no me hubieras gustado tanto,
me habrías facilitado la tarea de olvidarte o de superarte,
lo que llegara primero.
Ojalá no me hubieras gustado tanto como para regalarte un par de bolsas bajo mis ojos,
un par de noches sin dormir,
un montón de mañanas despertando con tu mensaje,
con un buenas noches besandome la boca, por consiguiente.
Ojalá no me hubieras gustado tanto como para presentarte a mis padres,
para dejarte conocer a mi familia,
para hacerte parte de mis domingos y de la plática con mis tías.
Ojalá no me hubieras gustado tanto como para poder evitarme la pena de decirle a todos que ya no estabas conmigo.
Ojalá no me hubieras gustado tanto como para aprender a apretar los puños y contar hasta diez,
como para aprender a disimular las tristezas, los enojos, los malos ratos...
Como para tener que callarme cuando lo único que quería era gritar.
Ojalá no me hubieras gustado tanto,
me hubieses hecho la vida mucho más fácil sin tener que contar los días que me quedan para que al fin, al fin dejes de gustarme.
Pero no.
Tuviste que aparecer de pronto en un mar de imposibilidades,
llenándome la vida de otros sabores y otros colores,
llenándome las ganas que tenía de aprender a amar,
de aprender a compartir mi tiempo.
Llegaste y cambiaste el panorama.
Me hiciste creer que habían más días en la semana.
Que los meses eran excusas del año.
Me hiciste pensar que era la más hermosa,
que lo podía todo.
Me hiciste besar tus heridas,
entenderte en tus malos ratos.
Me hiciste crear de lo que estaba destruido,
me hiciste armar rompecabezas que no encajaban.
Me hiciste amar la vida de mil maneras,
y en todas ellas también te amaba a ti.
Ojalá no me hubieras gustado tanto,
porque aún duele todo lo que tengo que pasar para no pensarte,
para no volver a sentirte entre suspiros.
Todavía duele que el tiempo pase y yo siga aquí,
pensando que ojalá y no me hubieras gustado tanto.
Tanto como para dedicarte mis mañanas,
tanto como para no llorar y ahorrarme la tristeza de no verte,
tanto como para buscarte en otras ciudades sabiendo que no estarás...
y aún así,
contra los pronósticos,
buscarte.
Tanto como para seguir hablando de ti cuando me preguntan del amor,
tanto como para acostumbrarme a tu ausencia.
Tanto como para seguir escribiendo de ti.
Insisto que ojalá no me hubieras gustado tanto,
sería más fácil para mí que no me hubieras gustado de esta forma,
pero mi culpa,
por aprender a apreciar los detalles,
los gestos,
los besos a escondidas,
las miradas de lejos,
los abrazos repentinos,
las mil vueltas que dimos en el auto,
las historias antes de dormir,
las llamadas,
los mensajes,
los días de lluvia,
los días en el techo,
los días en mi cuarto.
Al final, me quede yo sola.
Al final, me gané todo esto...
Yo sabía que no tenía que enamorarme de esta forma,
pero aquí estoy.
Ojalá no fueras tan maravilloso,
así no me habrías gustado tanto.
Comentarios
Publicar un comentario