Nota del año.
Alguna vez pensé que estas tardes eran necesarias compartirlas con alguien. Alguien con quien comentar sobre pájaros, sobre nubes, sobre las tonalidades que el cielo utilizaba... Pero ahora, justo en este preciso momento donde el cielo es Roda y lila, y los pájaros me cruzan por la cabeza, realmente me doy cuenta que estas tardes merecen ser vividas para uno mismo.
Creo que al fin encontré lo que buscaba, y es que nunca estuvo en alguien más: Estuvo en mí, pero le tenía miedo.
Tenía miedo de aceptar que sola estoy mejor.
Las cosas comenzaron a funcionarme cuando me di cuenta que el corazón te lo pueden romper, pero eres tú quien elige cuánto tiempo quiere tenerlo roto.
2015.
Le tuve miedo a este año desde que lo comencé. Todos los diagnósticos del año pasado, todas las metas que no cumplí, el dolor en el corazón y las cicatrices sin curar. Sí, tenía mucho miedo.
Volver a esa ciudad, alejarme de lo que quiero, soportar las mañanas con el frío calándome los huesos, sí, tuve miedo.
Miedo porque sabía que lo que tenía no me estaba funcionando. Miedo porque sabía que me estaba engañando.
Pero sirvió tener miedo, porque un día desperté y dije: Se acabo.
Con el calor de Tapachula rozándome las mejillas dije que se terminó.
Salí de mi caparazón, deje las mentiras atrás. También deje personas, momentos, lugares. Deje de complicarme la vida con amores pasajeros y decepciones. Esta vez era yo, nada más, y justo en ese momento decidí caminar este camino sola.
Si me preguntan por amor, ya no hablo de él.
Si me preguntan de felicidad: Hablo de los días donde la ansiedad y la depresión no me visitan.
Si me preguntan por mí, hablo de mis sueños y a dónde voy, aunque aún no tengo del todo claro mi panorama, porque la vida da muchas vueltas y yo soy una persona que fluye.
Tengo alma de mariposa, alguna vez me dijeron, alma de mariposa que vuela y siempre va probando de todo un poco.
Y es que al final del 2015 entendí una parte importante de mí: Tenía miedo de lo que yo era y lo que yo provocaba.
Tenía miedo de lastimar a otros, pero nunca tuve miedo a herirme.
Tuve miedo de decepcionar a otros, pero conmigo era cosa de todos los días.
Ahora prefiero un poco del egoísmo, prefiero guardarme un poco de mí para mí... Y eso funciona.
Volví a tener heridas en las rodillas, cicatrices en la mano izquierda. Volví a tener pesadillas, a llorar y reír descontrolada mente. Hable de mí depresión, hable de lo que sentía. Me fue imposible quedarme callada después de ese día.
Ahora sí me preguntan quién soy, puedo contestar que soy Samara y tengo 19 años. Sueño con que algún día, un libro diga "Ilustraciones por Samara Cancino", sé que no quiero un novio a menos que cumpla con unas cuantas cosas que me parecen más allá de atractivas, que tengo amigas maravillosas que sé que mueren por cumplir sus sueños. Que algún día una trabajará en Google, otra estará como loca disparando con la cámara en Francia, otra más estará cocinando mejor que nunca y comprándose tanta ropa como pueda, la otra estará atendiendo niños, y por último, la última, ella estará siendo libre y feliz. Así como todas queremos serlo.
Este año aprendí a dejar las cosas ir, a cerrar las puertas y aprendí a bailar debajo de luces de colores.
Aprendí lo amargo que es despertar con cruda, aprendí a observar más de cerca, s cantar en el auto, a sacar las manos por las ventanas.
Aprendí que soy un ser libre que fluye y que se encuentra a sí mismo en las tardes donde el cielo es rosa.
Aprendí que dejar a alguien en el pasado fue la mejor decisión que he tomado.
Este año se lo dedico a esas personas que se sentaron frente a mí con lágrimas en los ojos para recordarme lo importante que soy.
Se lo dedico a mis padres que viajan 7 horas para llevarnos comida y abrazos. A mi hermana que nunca me ha dejado atrás. Se lo dedico a Astrid por sus llamadas telefónicas, a Bubba y Rocko por sus besos en las mejillas, a Andrés por hacer feliz a mi hermana, a mis amigas por escribirme "pendeja" en el grupo de Whatsapp, a Ivonne y a Citlali por sus incontables besos en mi frente, a Diego por sus dibujos, a Alejandro por tratar de aprender a bailar, a Gustavo por darme risas en Tw. A Angel por hacerme reír y darme muchos abrazos.
Se lo dedico a Jorge y a Martín, a Snowmine, Young the Giant, Neon Indian, y otras bandas que me ayudaron a superar los días de ansiedad.
A Po Hb también por siempre leerme y seguir siendo mi hermanita a pesar de la distancia.
Este año se lo dedico a aquellos que me recuerdan que estar vivo es tener con quien compartir la vida.
Y sobre todo, este año se lo dedico a ustedes que me leen.
Que el próximo año aprendamos más y seamos más felices. Que tengamos momentos duros para tener más razones para luchar.
Querida Samara del 2015: Estoy orgullosa de ti.
Feliz año y felices fiestas, Sam C.
Comentarios
Publicar un comentario