¿Quién cuenta?

I wanna be there now...

I wanna be there now.

No sé por que me gustas tanto.

Tanto como comparar tus ojos con ese espacio donde la luna brilla sola,

despejando las nubes de tonalidades rosa a su alrededor.

Tanto, como para poder imaginar que te beso con August Holland de fondo 

Quizá uno, dos, tres besos, ¿quién cuenta? 

Tanto, como para quedarme viendo estrellas,

sintiendo el frio en las piernas y las mejillas,

y aún así,

aún así querer estar ahí,

viendo esos puntos de luz que jamás podré tocar,

porque las estrellas son lunares en el cielo,

y tú tienes la piel salpicada por estrellas.

Una piel que no tocaré jamás,

pero que me imagino acariciando una y otra vez 

Tal vez una, dos, tres veces, ¿quién cuenta?

E insisto, no sé por que me gustas tanto,

si no tienes nada de especial...

O lo tienes todo, hijo de la chingada;

la mirada, la sonrisa, la forma en la que mueves las manos al hablar,

como arqueas la ceja,

como parece que no mirases nada, pero lo ves todo.

Y yo me imagino viéndote siempre,

viéndote mientras escribes o lees,

y quién sabe que tanto leas,

pero podría observarte por días,

Un día, dos días, tres días, ¿quién cuenta? 

No sé por que me gustas tanto,

si en las noches antes de dormir no pienso en ti,

pienso en nosotros.

Y en las mañanas, no pienso en cómo estarás,

pienso en que quiero que me digas que estás bien.

No me gustas por tus ojos de color miel,

de color abeja.

Tampoco me gusta tu melena alborotada,

ni tu pose de modelito cuando hablas.

No me gustas por tu voz,

me gusta lo que ella dice.

Y no me gustas por tus manos,

me gustas por lo que ellas expresan.

No me gustas por tu altura,

me gusta que estés más cerquita de las nubes.

No me gustas por tu sonrisa,

me gusta por lo que me explicas a través de ella.

Me gustas por lo que sabes,

por lo que eres,

por todos los besos que te daría si pudiera,

y todas las noches que me quedaría enredada entre tus piernas,

porque pasaría noches completas, te lo juro,

 así fuesen una, dos, tres, miles, al final, ¿quién cuenta?