Dime.

Dime.
Dime, para que ya no me pregunte;
para que deje de hacerme ideas, de hacer tiempo, 
para que deje de esperar por el tren cuando sé que la línea está cerrada.

Dime,
para que deje de leer a Cortazar,
buscándote entre sus veros.

Dime,
dime que no funciona así;
que yo no soy tu buena suerte,
ni soy la ultima moneda de tu cartera.

Dime,
para que deje de soñarte,
de pensarte;
para que Yann Tiersen vuelva a ser Yann Tiersen.

Dime, 
para evitar más noches imaginándome la improbabilidad,
como si fuéramos un juego de cartas. 

Dime,
para que deje de apostar,
para que acepte que tú y yo jamás,
aunque haya sentido un hueco en el estomago cuando dijiste que me querías,
que era yo.
Y las mentiras.
Y mis ganas de tomarte entre mis brazos y mecerte,
decirte que eres tú,
que le hacías falta a mi vida desde hace mucho.

Dime, aunque me duela.
Aunque deje de tener sentido.

Sólo dilo.
Dilo y ya.
Yo me inventare un estado de animo donde no te pueda incluir.
Dime que no y yo me busco un lugar donde dejar correr letras sin destinatario, otra vez.

Pero, dime.
Sólo dime. 


La libreta, Mayo del 2016. 

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