Por si acaso.
Dejaré la luz del pasillo encendida, por si acaso.
Dejaré el otro lado de la cama hecho,
con una almohada extra, por si acaso.
Me voy a poner sólo un audífono,
y la puerta quedará sin llave,
por si acaso.
Estaré en la banca del parque,
y dejaré el otro asiento desocupado,
por si acaso.
Llevaré los tenis azules que tanto te gustan,
y estaré leyendo,
sola,
por si acaso.
Regresaré a casa,
a las 7 de la tarde,
por la acera izquierda,
por si acaso.
Y comeré sola,
con la puerta sin llave,
con las sillas desocupadas,
por si acaso.
Y si en esos momentos,
tú decidieras aparecer,
te diré que te estuve esperando.
Que dejé mis espacios desocupados,
que esperé con el corazón en una mano,
temiendo que al despertar la almohada estuviera vacía;
que no reconocieras mis zapatos,
que no aparecieras para comer.
Dejaré las llaves debajo del tapete esta noche,
por si acaso.
Y tenderé un poco tu parte de la cama,
porque a veces hace mucho frío.
Dejaré la cuchara en la alacena,
para la sopa,
y me pondré los tenis rojos,
esos que no te gustan, pero ya conoces.
Pero hoy,
hoy no dejaré nada.
Y usaré los dos lados de la cama,
no pondré tu plato sobre la mesa,
andaré descalza,
y me iré a otro parque,
a ver en lugar de leer...
Y no te voy a esperar,
ni voy a llorar,
ni voy a llamar...
Por si estuvieras esperando que lo hiciera,
por si acaso,
llegases a pensar en mí...
O a poner la mesa,
o dejar la puerta de la habitación entreabierta,
o usar los zapatos negros que tanto me gustan,
por si acaso.
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