De pronto.
Y uno puede salir, con la sombrilla en la mochila,
pensando que la lluvia ya no acecha ni un poquito,
y de pronto sentir una,
dos,
tres,
cuatro gotas en la cabeza.
Y puede que maldigas 10 veces (quizá más, no sé)
pero sigas caminando,
sacando la sombrilla y sintiendo como las gotas te salpican en las piernas.
Uno puede llegar a su destino,
realizar lo que se dicta y seguir caminando,
todo en menos de una hora,
porque he de admitir, que hay algunos que no nos gusta ser vistos...
que tenemos el infortunio de hacernos notar,
como la sombrilla a cuadros y una sudadera grande,
porque esas cosas llaman la atención.
Pero todo pasa lento,
y de pronto una canción,
un recuerdo.
De pronto la imagen de sus ojos haciéndose chinitos por la risa,
de pronto Titus was born mientras los vans se mojan,
y yo me hago chinita de la alegría.
De pronto eres tú y nadie más.
De pronto todo se siente ligero,
el aire te arremolina el cabello y lo hace ondulado, otra vez.
De pronto todo brilla,
hasta el agua que se ha quedado estancada entre las grietas del suelo.
Todo es tú,
y no podría ser mejor.
De pronto no estás tan lejos,
te tengo a mi lado hablándome de tu día.
Te tengo y no te suelto,
porque estás ahí,
en el ruido de la calle,
en las gotas que salpican;
estás ahí,
te tengo aquí...
Y no podría ser mejor,
porque de pronto eres tú y nadie más.
Entonces sigo caminando,
huelo, percibo, te siento.
Eres la lluvia que se convierte en llovizna, y ya no moja tanto la piel.
Estás aquí,
y me susurras que el semáforo pronto cambia a verde,
te emocionas por estar conmigo,
y no podría ser mejor,
porque entre tanta gente,
en todo el universo,
en las mil lenguas en el mundo,
de los cambios de horario,
de los nombres,
de las calles,
las ciudades,
los países,
entre todos los minutos que he vivido,
que viviré,
ese momento, justo en ese momento en el que nos toca coincidir,
de pronto eres tú,
aunque estés lejos, no me importa,
de pronto eres tú, sólo tú, entre todo lo que me rodea,
eres tú y nadie más.
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