Nota del año

Les tengo que ser honesta: no sé que escribir, pero hago el intento, porque se ha convertido en una de mis tradiciones el escribir sobre los años.
Puedo comenzar con decirles que el 2016 fue el año más castroso que he vivido. Creo que ni siquiera cumplí alguno de mis propósitos (porque ni los planeé), y tampoco viaje a otro estado o a otro país... Pero, viví muchas cosas que no creí vivir.

En el 2016 me llené muchísimo los oídos con el acento chileno, con ruidos callejeros al caminar, y de música nueva.
Las mejores vistas por supuesto se las lleva la cuota de Tuxtla a San Cristobal, y la cuota de Arriaga a Tuxtla. La carretera siempre atrayente y el sol siempre el acompañante.
Las mejores platicas fueron las internas. Fueron esas después de los ataques de ansiedad; esas que de alguna forma me volvían a sacar a flote.

Este año fue más que una patada en los ovarios, donde aprender de mis errores fue el pan de cada día, pero insisto, qué divertido es meter la pata, sacudirse las rodillas y seguir andando. 

Aprendí un poco sobre ser egoísta con el tiempo propio, el dejar hablar los demás antes de opinar. Aprendí a escuchar, a ser tolerante y recobre la maña de atreverme. Seguí mis impulsos, también escuché a la razón, y no entregué tanto el corazón como en años pasados. Aunque, debo admitir, que las dos veces que lo hice, valió totalmente la pena. 

A mis amigas: Lorena y  Leslie, por estar ahí como siempre, por hacerme sentir feliz, por creer en mí. Quiero que sepan que sin ustedes, no soy del todo yo, y que cada vez que puedo agradecerle al universo por ponerlas en mi camino, lo hago. No olvido nuestros sueños porque sé que algún día los cumpliremos (como el viajar, el besar extranjeros... y eso). Ustedes hacen todos mis años, espero que lo sepan y jamás lo olviden.

A Ivonne por estar al pendiente de mí, por sus besos y abrazos. Por ser mi complice en la maldad, mi media mitad al ir a comer, por esperarme cuando camino lento, y por todas esas veces que nos reímos sin razón aparente. 

A Andra, mi hermana, el casi amor de mi vida, por enseñarme a valer más por mí, y por las risas infinitas antes de dormir. Por tu sonrisa en las mañanas y tus abrazos espontáneos. Por quererme a tu forma y en tu medida. 

A Astrid, mi mejor amiga, por estar, no estar, maldecir, apañar, acompañar, reír y por siempre tener un espacio para mis ataques de locura. Gracias por creer en mí cómo sólo tú sabes, chinga tu madre.

A mi hermoso y precioso baby deer, por enseñarme que la distancia son sólo horas de viaje. Te llevo siempre conmigo a donde quiera que voy. Gracias por aparecerte y quedarte. 

A Omar y Malú por ser los mejores padres en el mundo, aunque a veces no los toleré y me cueste entenderlos, los amo con toda mi alma, que se expande a medida que los abrazo. 

A Bubba, mi amor eterno, mi amor por siempre. Tú no lees esto, pero eres el ser al que más amo. Tú siempre, por siempre y para siempre.

Al innombrable número 2, también, porque gracias a ti conocí a mi versión feliz a las 3 a.m, cuando me contabas de perros correteando humanos. Te agradezco de mil formas que te me cruzaras, porque escribí hermoso durante esos meses. No olvido tu pestañeo, no me creo capaz de hacerlo. La frase de las intenciones perfectas me la quedo, es tu recuerdo. 

Y por último, quiero agradecerle al amor de mi vida, quién volvió a mí después de mucho tiempo. Gracias por tenerme paciencia, por acompañarme a comer y al banco. Gracias por todas las noches que jugaste mis uñas y me tranquilizaste con palabras y risas. Gracias Samara, gracias por volver de tu pinche viaje lejano, me alegro que volvieras a mí y nos hiciéramos amigas, otra vez. Me extrañé.

Ahora que leíste esto, te deseo toda la felicidad que pueda haber en ti. Te deseo energía para lograr lo que te propones, días de claridad mental y días de lluvia para reflexionar. Haz que la mejor persona que puedas ser, sea tu personalidad diaria. Recuerda que hay días donde tienes que flotar en lugar de nadar, y eso está muy bien. Todos merecemos un descanso.


Que todo fluya, y que nadie los detenga. 
Como el río y el aire, siempre en vueltas, arremolinado, pero continuando. 

¡FELIZ 2017!

Les mando todo el amor que puedo mandar.
Un abrazo gigante,
Samara. 

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