Girasoles en la estantería


Me gusta eso que haces conmigo,
eso, sin que yo te de permiso.
Esa magia de tocarme con tus dedos aún sin tocarme,
y colarte en el rabillo del ojo, 
con tu esencia que brilla como girasol en la estantería de la florería.

También me gusta como en la ausencia,
respiro tu presencia, tu calma,
tu maldita elegancia,
con la que cierras puertas,
abres mundos,
y como te cuelas...
como el agua entre los dedos,
o el sol por la ventana,
 dejando una sombra,
una huella,
una prueba de que estuvo allí. 

Luego tu cara.
Hablemos de tu cara y como nunca sigo la coherencia al escribir.
Tu cara, que cae de maravilla al verla,
como té de hierbabuena, porque es buena,
y té de menta, porque me encanta la menta.
Tus ojos, que son como dos piedras sin chiste cuando otra los ve,
pero, cuando yo los veo, Júpiter, mi amor, Júpiter o Marte brillando en el cielo.

Y tu boca,
tu boca preciosa,
tus labios que no son labios, que tienen pinta de líneas inertes,
como las de la carretera,
pero, ah, mi amor,
escucha,
yo amo viajar por tierra.

Hablemos de tus cejas, 
dos pinceladas de tinta negra, marcadas,
reprimidas y luego sueltas. 

Tu piel,
mi amor.
Tu piel,
como me gusta tu piel.
Tan blanca,
tan suave.
Me gusta como siempre combinamos el color de nuestra piel sin ponernos de acuerdo.
Como en tus clavículas, tu piel me grita que la acaricie, que la llene de besos,
que le cuente cuentos con mis labios.
Ah, tu piel, como tarde de primavera,
resplandeciente.
Te digo, el girasol en la estantería. 

Hablemos de ti,
de los vertices que yo adoro con locura,
de la curvatura al final de tu espalda,
los abismos en tus hombros,
porque eres un delgaducho, 
pero, me gustas así,
tan puntiagudo,
más lugares donde pincharme o quedarme clavada.

Ah, mi amor,
 eres un poema,
Con tu indiferencia cuando ves al frente,
como si no temieras,
como si supieras que te depara la vida.
Con tus piernas delgadas,
tu cara largucha, 
y tus ojos rasgados, como las líneas de luz que se trazan en las avenidas.
Tus manos blancas, que me atraen,
que se cuelan por el rabillo de mi ojo cuando te acercas,
y me tomas,
y me dices que sí, sin decirme peros.
Y yo te creo en cualquier instancia,
te creo cuando te ríes, cuando me miras,
cuando te rozo a la distancia.

Me gustas así,
 de esa forma en la que tú sólo sabes gustarme.
Tan mío, tan tuyo al mismo tiempo,
con tus oblicuos,
tu mirada felina,
tú, mi amor, tan tú,
como el girasol en la estantería. 

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