Untitled 27

Prometí no volver a marcar,
y aunque haya borrado tu telefono,
siento que una parte de mí
memorizó hasta el último digito,
como aferrandose a no dejarte ir.

Te tengo que contar que todo comenzó desde el primer día donde nos vimos a los ojos, y no entendí muy bien por qué todo se desvaneció tan deprisa. En el instante en el que me quedaste viendo las manos mientras hablaba, que veías como movía los dedos, pude sentir como todo poco a poco se iría al carajo, porque estabas viendo mis herramientas de trabajo. Y pude notar toda tu concentración en tu entreceja; como se fruncía tu ceño, tratando de descifrar los algoritmos que soltaba mi boca que no le dejaba espacio a la tuya para hablar. De alguna forma, el que me vieras a los ojos y que vieras mi mando, intercalando entre mi alma y mis ayudantes a la hora de hacer las cosas, de alguna forma me hizo sentir que el que te fijaras en mí, sólo iba a dejarme caer en un abismo. De todos modos no importó, porque me estabas viendo, mientras tu rostro se iluminaba, como si te contara las cosas más relevantes; como si te hablara de misterios, de viajes, de personas especiales... y sólo te estaba hablando de mi pasado. 
A mí esas cosas del destino me dan miedo, no sé por qué las personas se cruzan en mi camino... A veces pienso que es al reves, soy yo quien se cruza. Y el hecho de que tus pasos o los caminos que tomas tengan tanto impacto en la vida de alguien más me encrespa los vellos de los brazos. Nunca te conté, pero me dio miedo el verme reflejada en tus pupilas. Por un momento me sentí como si fuese una parte tuya; como si todo se concentrara en ese momento. Dos personas que se cuentan como les va, compartiendose el aire en el mismo lugar. Quizá y sólo fueron cinco días, seis, no sé, pero se sintieron como mil, porque en el momento que me fije que te veía y el background se veía borroso, en ese momento supe que todo se iría en picada. No me preguntes por qué, pero soy así. No me toma mucho tiempo para notar los detalles. Incluso podrías pensar que soy una despistada porque me perdía mucho en la conversación, pero mi mente estaba en otro lado, estaba armando un rompecabezas de señales del destino, porque me aterra, pero creo en el. Es raro.

Cuando pronunciaste que tenías a alguien que esperaba por ti, sentí el portazo en la cara. Como cuando abres la caja de pandora y sabes que la cagaste. Justo así. No supe que decirte, si te soy honesta, sólo se me ocurrió sonreír. Pensé en la infinidad de veces que creo que hasta una canción en el aleatorio es una señal para buscar a alguien (tu canción es The Wizard, por si te lo preguntas) y sentí como todo el universo me apuntaba con el dedo y se reía de mí.
Pero, así es esto.
Estoy salada.
Después de eso, de compartirte mi día algunas veces y de hablar contigo cuando todo en la casa era silencio, después de eso, hiciste acto de desapareción. The wizard, ya ves.
A mí sólo me quedaron señales. Como las figuras que se arman en el fondo de la taza de café. Y en ese momento, donde me ví buscando al destino, me di cuenta que esto no era para mí. Las cosas no se fuerzan, más si tienen que ver con terceros o segundos. Me tenía que ir. Como siempre. Y he ahí mi secreto, he ahí el porque siempre huyo. Me da miedo que lo hagan antes que yo.

Pensé en marcarte,
pero iba a sonar ocupado,
quizás el espacio que ella esperaba que ocuparas, ya está siendo ocupado.
Prometí no volverte a marcar
aunque me muera de las ganas
quizá sólo para oír tu voz, otra vez
o para escuchar de tu día
o para convencerme
de que buscar pistas
va en contra del destino.


Comentarios

Entradas populares