Carta hasta el cielo.
Siempre pensaré que eres lo mejor que me ha pasado.
Llegaste a mi vida cuando tenía 11 años. 11.
Tenías una barriga gigante, unas patas cortitas, y una lengua muy bonita.
Desde la primera vez que te vi, sabía que me ibas a cambiar el mundo.
Hubieron días donde nos abrazabamos más de lo que mamá me permitía, incluso hubieron días donde corrimos bajo la lluvia; salpicabamos por aquí y por allá. Habían días donde sólo éramos tú y yo.
Nunca deje de asombrarme por lo grande que los demás te veían, mientras que para mí seguías siendo esa pequeña mancha negra que dormía en mis piernas.
Quizá no lo recuerdes, pero mientras creías, te media con mis piernas. Al principio eras del tamaño de mi pie, después del tamaño de mis espinillas, hasta que no cupiste más. Te habías vuelto una gran mancha negra. Y yo también crecí. Me gusta tanto decirle a los demás que crecimos a la par.
Te volviste mi compañía de todas las tardes, mi compañero de aventura y mi comensal personal. ¿Recuerdas ese sandwich de mayonesa y catsup? Lo comiste sin chistar.
¿Recuerdas los chayotes? Qué asco que te gustaran.
¡Recuerda los helados! ¡Y las papitas! Y todas esas cosas que no debías comer, pero comías por hacerme segunda.
Yo lo recuerdo, siempre. Cuando en mi plato queda un pedazo de comida, puedo sentir como ves desde el cielo, esperando paciente a que te de. Te he guardado tantos ultimos pedazos, que siento que cuando nos toque volver a encontrarnos, no vas a querer comer más.
Bubba, hoy me he acordado mucho de ti.
De tus besos que, aunque no fueron muchos porque sabes mi repele a la baba, fueron suficientes.
He recordado las tardes viendo nubes, hojas, de como se sentía tu pelo en mi cara. También como nos quedabamos dormidos, y como roncabas al otro lado de mi ventana.
Bubba, no le he contado a nadie, pero creo que es tiempo que todos sepan, que si no me rendí muchas veces, fue por ti y por esa promesa de que viviriamos juntos en un departamento muy bonito. Y si alguna vez llego a tenerlo, te prometo que te enviaré fotos hasta el cielo.
¿Recuerdas el cancér y como lo venciste? ¡Con una calceta en tu pata trasera, y una recuperación muy graciosa!
¿Recuerdas las gotas? Aún las tengo conmigo.
¿Recuerdas esa ida al mar? No necesitaste cadenas ni collares, ibamos juntos caminando por la orilla de la playa, y tu corrías tras las olas, y puedo jurar que me sonreíste porque amabas el agua... Y al día siguiente estabas tan cansado de nadar que dormiste todo el día.
¿Te acuerdas?
Estuviste cuando tuve mi primer corazón roto, y me abrazaste casi toda la tarde. También estuviste en mis ataques de ansiedad, y le ladrabas a mamá cuando me regañaba. Me cuidabas tanto que nunca dudé en que darías la vida por mí.
Bubba, cuando el doctor dijo que no había cura, todo el mundo se me vino abajo.
¿Cómo dejas ir al amor de tu vida?
No quería hablar, no quería ver nubes, no quería otra cosa que verte bien.
Y odiaba despertar y saber que el tumor no dejaba de crecer. Esa mierda se estaba llevando a mi mejor amigo, y aún así, aún así te veías tan fuerte, tan tranquilo.Y yo odiaba a la vida en esos momentos por ser tan injusta. Odiaba que todo siguiera su curso mientras te arrancaban de mí.
Pensé en todos los momentos donde sólo hacia falta verte correr hacia mí para olvidarme de todo; pensé en nuestras salidas a caminar, en los paseos en el auto, en cuando te enseñé a sentarte, cuando te leía, cuando te cantaba, cuando te contaba de todas esas cosas que nadie más sabe. Pensé en tus aullidos por la flauta, en tus ronquidos, en como corrías. Pensé en ti en el veterinario, tan bien portado. Pensé en el cancér, pensé en la tos, pensé en todas las veces que lloré pensando que te regalarían. Pensé en el día que te escapaste y te robaron, y también en el día que llovía horrible y tu pensaste que era buena idea salirte de la casa, y en todo el trayecto a la escuela lloré.
Pensé en todos nuestros momentos juntos, Bubba, y me di cuenta que me habías dado los recuerdos más bonitos del mundo. Y te estoy eternamente agradecida por ello.
Bubba, cuando deje de sentir tu respiración, sentí que todo el aire se me había ido de los pulmones, pero recordé lo mucho que nos quisimos y eso me dio la fuerza para dejarte ir; para perdonar a la vida y para ser fuerte, porque te lo prometí. Seré tan fuerte como pueda cuando las ganas de abrazarte una vez más me invadan.
Bubba, hoy llovió.
¿Recuerdas nuestra promesa? Cada relampago, cada trueno, cada gota de lluvia es un te amo, hasta el cielo y de regreso. El día, antes de viajar por primera vez en avión, que yo me moría de miedo, todo el camino hasta el aeropuerto llovió terriblemente, y sé que ese fuiste tú dandome animos, como siempre.
Eres mi amor precioso, mi mejor amigo, mi vaca, mi compañero de aventuras, mi almohada, y el amor de mi vida hasta el final de mis días. Te llevo conmigo a todos lados, y todos los días miro al cielo y pienso que debes andar por allí, haciendo amigos, comiendote el último bocado de todos.
Todos los días abro los brazos, miro al cielo, y te envío mil besos en uno solo.
Y si hoy me ves, y ves que estoy llorando mientras te escribo, no te impacientes, simplemente estoy feliz de que, entre tantos humanos a los cuales pudiste escoger, fui yo tu favorita para ser tu mejor amiga.
Te llevo conmigo, siempre.
Y te amo toda la vida.
Hoy te cantaré Yellow y te envío esta hasta carta hasta el cielo.
Llegaste a mi vida cuando tenía 11 años. 11.
Tenías una barriga gigante, unas patas cortitas, y una lengua muy bonita.
Desde la primera vez que te vi, sabía que me ibas a cambiar el mundo.
Hubieron días donde nos abrazabamos más de lo que mamá me permitía, incluso hubieron días donde corrimos bajo la lluvia; salpicabamos por aquí y por allá. Habían días donde sólo éramos tú y yo.
Nunca deje de asombrarme por lo grande que los demás te veían, mientras que para mí seguías siendo esa pequeña mancha negra que dormía en mis piernas.
Quizá no lo recuerdes, pero mientras creías, te media con mis piernas. Al principio eras del tamaño de mi pie, después del tamaño de mis espinillas, hasta que no cupiste más. Te habías vuelto una gran mancha negra. Y yo también crecí. Me gusta tanto decirle a los demás que crecimos a la par.
Te volviste mi compañía de todas las tardes, mi compañero de aventura y mi comensal personal. ¿Recuerdas ese sandwich de mayonesa y catsup? Lo comiste sin chistar.
¿Recuerdas los chayotes? Qué asco que te gustaran.
¡Recuerda los helados! ¡Y las papitas! Y todas esas cosas que no debías comer, pero comías por hacerme segunda.
Yo lo recuerdo, siempre. Cuando en mi plato queda un pedazo de comida, puedo sentir como ves desde el cielo, esperando paciente a que te de. Te he guardado tantos ultimos pedazos, que siento que cuando nos toque volver a encontrarnos, no vas a querer comer más.
Bubba, hoy me he acordado mucho de ti.
De tus besos que, aunque no fueron muchos porque sabes mi repele a la baba, fueron suficientes.
He recordado las tardes viendo nubes, hojas, de como se sentía tu pelo en mi cara. También como nos quedabamos dormidos, y como roncabas al otro lado de mi ventana.
Bubba, no le he contado a nadie, pero creo que es tiempo que todos sepan, que si no me rendí muchas veces, fue por ti y por esa promesa de que viviriamos juntos en un departamento muy bonito. Y si alguna vez llego a tenerlo, te prometo que te enviaré fotos hasta el cielo.
¿Recuerdas el cancér y como lo venciste? ¡Con una calceta en tu pata trasera, y una recuperación muy graciosa!
¿Recuerdas las gotas? Aún las tengo conmigo.
¿Recuerdas esa ida al mar? No necesitaste cadenas ni collares, ibamos juntos caminando por la orilla de la playa, y tu corrías tras las olas, y puedo jurar que me sonreíste porque amabas el agua... Y al día siguiente estabas tan cansado de nadar que dormiste todo el día.
¿Te acuerdas?
Estuviste cuando tuve mi primer corazón roto, y me abrazaste casi toda la tarde. También estuviste en mis ataques de ansiedad, y le ladrabas a mamá cuando me regañaba. Me cuidabas tanto que nunca dudé en que darías la vida por mí.
Bubba, cuando el doctor dijo que no había cura, todo el mundo se me vino abajo.
¿Cómo dejas ir al amor de tu vida?
No quería hablar, no quería ver nubes, no quería otra cosa que verte bien.
Y odiaba despertar y saber que el tumor no dejaba de crecer. Esa mierda se estaba llevando a mi mejor amigo, y aún así, aún así te veías tan fuerte, tan tranquilo.Y yo odiaba a la vida en esos momentos por ser tan injusta. Odiaba que todo siguiera su curso mientras te arrancaban de mí.
Pensé en todos los momentos donde sólo hacia falta verte correr hacia mí para olvidarme de todo; pensé en nuestras salidas a caminar, en los paseos en el auto, en cuando te enseñé a sentarte, cuando te leía, cuando te cantaba, cuando te contaba de todas esas cosas que nadie más sabe. Pensé en tus aullidos por la flauta, en tus ronquidos, en como corrías. Pensé en ti en el veterinario, tan bien portado. Pensé en el cancér, pensé en la tos, pensé en todas las veces que lloré pensando que te regalarían. Pensé en el día que te escapaste y te robaron, y también en el día que llovía horrible y tu pensaste que era buena idea salirte de la casa, y en todo el trayecto a la escuela lloré.
Pensé en todos nuestros momentos juntos, Bubba, y me di cuenta que me habías dado los recuerdos más bonitos del mundo. Y te estoy eternamente agradecida por ello.
Bubba, cuando deje de sentir tu respiración, sentí que todo el aire se me había ido de los pulmones, pero recordé lo mucho que nos quisimos y eso me dio la fuerza para dejarte ir; para perdonar a la vida y para ser fuerte, porque te lo prometí. Seré tan fuerte como pueda cuando las ganas de abrazarte una vez más me invadan.
Bubba, hoy llovió.
¿Recuerdas nuestra promesa? Cada relampago, cada trueno, cada gota de lluvia es un te amo, hasta el cielo y de regreso. El día, antes de viajar por primera vez en avión, que yo me moría de miedo, todo el camino hasta el aeropuerto llovió terriblemente, y sé que ese fuiste tú dandome animos, como siempre.
Eres mi amor precioso, mi mejor amigo, mi vaca, mi compañero de aventuras, mi almohada, y el amor de mi vida hasta el final de mis días. Te llevo conmigo a todos lados, y todos los días miro al cielo y pienso que debes andar por allí, haciendo amigos, comiendote el último bocado de todos.
Todos los días abro los brazos, miro al cielo, y te envío mil besos en uno solo.
Y si hoy me ves, y ves que estoy llorando mientras te escribo, no te impacientes, simplemente estoy feliz de que, entre tantos humanos a los cuales pudiste escoger, fui yo tu favorita para ser tu mejor amiga.
Te llevo conmigo, siempre.
Y te amo toda la vida.
Hoy te cantaré Yellow y te envío esta hasta carta hasta el cielo.
Comentarios
Publicar un comentario