No mires el reloj

se acerca la hora,
y cómo si fuera un monstruo
el tiempo me devora de un bocado,
al caer por su garganta cuál tobogán,
entierro las uñas
con tal de que no me engulla por completo,
me sostengo por un instante,
pero soy muy pequeña
y la garganta del tiempo muy grande,
y cómo árbol que cae muerto
en medio del bosque,
no hago ruido,
y en espiral, termino encerrada
entre cuatro paredes,
o cuál sea la forma de la barriga de las horas.
no me sirve ver la fecha,
lo pactado, hecho ya está.
el tiempo que resta
se sienta sobre mi espalda
y me pesa al no abrazarte todos los días.
se hace lo que se puede con lo que se tiene,
pero, ¿qué haces con lo que no haces?
el futuro no me sonríe hoy,
tiré una moneda
y ninguna de las dos caras apostó por mí.
ahora no me voy a dormir,
voy a soñarte para tenerte más tiempo,
porque los minutos se caen por el medio de mis dedos,
yo no sabía que eran como el agua:
resbalan.
las horas me besan la mejilla y corren,
ya no las alcanzo,
no las sé perseguir, siempre van más rápidas que yo.
y los días,
que me comen entera
apenas abro los ojos,
me mastican hasta que me duele el cuerpo entero,
me tragan y me escupen, todo el tiempo.
pero, a penas y rozo tu mejilla,
a penas y te beso los labios,
la vida se detiene, poquito,
y nos regala otra medida, en la que nadie vive
más que tú y yo,
y yo juro que quiero quedarme ahí,
por lo que dure, por lo que dure,
hasta que te despides
y yo ensayo como no morirme de tristeza,
porque un día sí tendré que dejarte ir por mucho tiempo,
y el tiempo volverá a tragarme,
me haré una misma con sus entrañas,
usaré sus intestinos como resbaladilla
y así, en un intento desesperado
consigo la salida fácil,
e igual y te encuentro,
al final de todo lo que nos reste.
no mires el reloj,
que no nos queda mucho tiempo.

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