Un desfile de conejos

¿Te imaginas
un posible desfile de conejos?
mil idiotas con disfraces
corriendo, saltando, bailando por la avenida.
Todos felices,
muriéndose de risa,
mientras les admiro por ser,
y les grito ¿por qué?
y contestan al unísono:

¡I N E R C I A!

Y yo me rio porque inercia es de mis palabras favoritas,
así que asumo que ese desfile es sólo para mí.
De pronto me acuerdo que, a veces, la vida no es tan mierda,
y se acerca un wey, le pido un cigarro, y me grita 
¡morra, los conejos no fuman! 
para que yo le grite de vuelta pero no soy un conejo
y otro responde deberías.
¿Y debería? 
Los conejos saltan mucho, ¿no? pero, no hoy, me digo bajito.
Hoy no, qué hay mil idiotas deteniendo el tráfico en la avenida, 
y bailan, tan felices que vuelvo a repetirme
la vida no es tan mierda
aunque se me escurra la vida por mis fosas nasales.
Sin planearlo, un conejo triste, con las orejas caídas.
¿Qué pasa? le grito.
¡Soy liebre! ¡Me equivoqué de desfile! 
No me imagino en otra parte más que aquí,
en un desfile de conejos.
No sabría estar en otro lado.
Veo los últimos conejos, y uno me pregunta
¿te gustó?
Le sonrió, y él lo acepta.


¿Te imaginas un desfile, un posible desfile de conejos?


También somos lo que imaginamos 
para salvarnos del llanto.


Sacado de la libreta,
13/05/19.

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