La voz bonita
cada tanto
me visita,
se sienta en la esquina de mi cama
y me observa.
A voz baja me dice
“te pintaste las uñas de los pies de azul”
y sonríe.
Yo no le sonrío de vuelta, porque odio sus visitas,
me recuerda que la vida puede ser dura algunas veces,
más cuando ella aparece para decirme
que algo no anda bien.
Me pregunta “¿me haces espacio al lado tuyo?”
y niego repetidamente, porque me da miedo que se me acerque.
Desde que vivo sola, me da mucho miedo cuando ella merodea por la casa.
Por eso la ignoro, tanto como puedo,
pero, a veces no es suficiente.
E incluso cuando la quiera ahuyentar,
encuentra la forma de pegarse a mis huesos.
¿Qué me querrá decir,
cuando me hace llorar incontrolablemente?
Pero, hoy, esa voz bonita que ha crecido en mi pecho,
esa que crece cuando le hablo al espejo
para decirme
no estás sola, estamos juntas,
me ha puesto el cabello detrás de las orejas,
y me ha dado besos por todas las mejillas.
Me ha dicho: llora, yo te sostengo,
yo te recordaré que has podido, siempre has podido.
Cuando ella te visite, y te haga pensar que estás mal,
yo te recordaré que vas a estar bien.
Siempre has sabido cómo estar bien.
Cuando te haga pensar que no vales la pena,
yo te recordaré todas las veces que te pusiste antes que cualquiera;
cuando te haga pensar que estás sola,
yo te recordaré que has pasado infinidad de noches
siendo el punto minúsculo más precioso en la superficie
de tu cama.
Cuando todo te parezca grande,
yo te recordaré que eres el metro con cincuenta y cinco centímetros
más increíble del universo.
Y entonces, con sus palabras bonitas, a la tristeza no le queda de otra,
y se despide de mí.
Esa voz bonita que crece,
que me mantiene constante,
que hace que me levante cada mañana,
que me escucha, cuando nadie más,
que me abraza, cuando nadie más,
que me quiere, cuando nadie más,
esa voz bonita me la debía,
y me la debí, toda la vida.
Y ahora, quiero que crezca junto conmigo
porque la persona que soy ahora
sólo podría debérmela,
siempre, a mí misma.
Todo lo que soy,
lo construí sola,
para disfrutarme
cuando esté sola.
me visita,
se sienta en la esquina de mi cama
y me observa.
A voz baja me dice
“te pintaste las uñas de los pies de azul”
y sonríe.
Yo no le sonrío de vuelta, porque odio sus visitas,
me recuerda que la vida puede ser dura algunas veces,
más cuando ella aparece para decirme
que algo no anda bien.
Me pregunta “¿me haces espacio al lado tuyo?”
y niego repetidamente, porque me da miedo que se me acerque.
Desde que vivo sola, me da mucho miedo cuando ella merodea por la casa.
Por eso la ignoro, tanto como puedo,
pero, a veces no es suficiente.
E incluso cuando la quiera ahuyentar,
encuentra la forma de pegarse a mis huesos.
¿Qué me querrá decir,
cuando me hace llorar incontrolablemente?
Pero, hoy, esa voz bonita que ha crecido en mi pecho,
esa que crece cuando le hablo al espejo
para decirme
no estás sola, estamos juntas,
me ha puesto el cabello detrás de las orejas,
y me ha dado besos por todas las mejillas.
Me ha dicho: llora, yo te sostengo,
yo te recordaré que has podido, siempre has podido.
Cuando ella te visite, y te haga pensar que estás mal,
yo te recordaré que vas a estar bien.
Siempre has sabido cómo estar bien.
Cuando te haga pensar que no vales la pena,
yo te recordaré todas las veces que te pusiste antes que cualquiera;
cuando te haga pensar que estás sola,
yo te recordaré que has pasado infinidad de noches
siendo el punto minúsculo más precioso en la superficie
de tu cama.
Cuando todo te parezca grande,
yo te recordaré que eres el metro con cincuenta y cinco centímetros
más increíble del universo.
Y entonces, con sus palabras bonitas, a la tristeza no le queda de otra,
y se despide de mí.
Esa voz bonita que crece,
que me mantiene constante,
que hace que me levante cada mañana,
que me escucha, cuando nadie más,
que me abraza, cuando nadie más,
que me quiere, cuando nadie más,
esa voz bonita me la debía,
y me la debí, toda la vida.
Y ahora, quiero que crezca junto conmigo
porque la persona que soy ahora
sólo podría debérmela,
siempre, a mí misma.
Todo lo que soy,
lo construí sola,
para disfrutarme
cuando esté sola.
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