Los colores

Hoy, mientras te veía, te escribí una carta mental, pero no supe como poner en palabras todas las sensaciones que de pronto me invadieron el pecho. Te vi y pensé en el color azul del cielo detrás de ti, que te iluminaba cual aura de alegría, y yo pensé en la infinidad de veces que mis uñas multicolores también te adornaron la piel del cuello al ponerlas sobre este cuando te beso. Y en todos esos besos te he regalado partes de mi alma, que estoy segura son también de mil colores. ¿Tienes antojo de tardes de otoño? Te regalo mis ojeras ya castañas de pensarte tanto por las noches, imaginándome un futuro donde tocas el ukelele todas las mañanas mientras la casa se perfuma del olor del café, y yo despierto pegando brincos hasta la cocina, abrazándote por la espalda y te escucho reír. Y el futuro se pinta de otras mil tonalidades y jamás había sido más feliz al imaginarme que existo en otros años más, sabiendo que a mí el futuro me llena de miedo porque: la ansiedad.

Pero si hoy no tienes antojo de tardes otoñales, y en cambio piensas en verde, yo te regalo el mar, con el agua mezclándose con el color de la arena, revolcando infinidad de caracoles en cada costa, en cada puerto, en cada estero. Te regalo los colores que las tardes despliegan ante nosotros desde la orilla, donde las olas ya han roto, y nos bañan los pies hasta los tobillos. Y yo te sostengo la mano, como quien sostiene una margarita y no quiere deshojarla ni por accidente. Entonces te señalo aves al vuelo, y tú sorprendido tomas la cámara y fotografías todo lo que ves, y yo me muero por ser fotografía para que siempre me tengas contigo, y por un segundo, ser el centro de toda tu atención, aunque yo sepa que el amor que me tienes, me órbita todo el tiempo, todos los días.

Quizás me adelanto y lo único que quieres es el color rojo detrás de tus párpados cuando el sol nos baña desde la ventana, y tú me repites que me amas, y yo siento que la mala racha se ha ido para siempre. Ojalá protegerte siempre como tus párpados te protegen del sol que tanto te lastima los ojos, y ojalá siempre cuidarte como te cuido mientras te veo con todo el amor del mundo, y nuevamente evoco al color del cielo que te envuelve como un aura celestial, y a mí mente la frase del libro que lees, que habla sobre los ángeles y como deben de ser.

Ahora lo entiendo.

Mientras te veo siempre te escribo cartas, pero las expongo a través de mis ojos, que brillan como todos los luceros que hay sobre el cielo, porque toda la luz que tengo te la quiero dar. Te quiero ver, por lo que me dure la vida, con el cielo adornándote la existencia, así como tu existencia adorna la mía.

No lo olvides, te lo digo fuerte: te amo, te amo, te amo.