Para ti

 ¿Qué sentiría ella?

La veo, aún la veo, por los pasillos de esta casa y la escucho, aún la escucho, corriendo con los pies descalzos o dejando marcas de huellas mojadas desde el baño hasta su cuarto. La veo en el jardín, columpiándose e imaginando que el columpio para cuatro realmente era una "camioneta" en la que atravesar el mundo, de su casa a Japón o China, ida y vuelta.

La veo en la entrada, esperando a sus perros, con la ropa sucia y el cabello revuelto. La veo, a la hora de la comida, haciendo gestos. También la escucho cuando habla y cuenta lo que le pasó. Lo único que ella esperaba eran caras de felicidad y un abrazo al finalizar la comida. 

La veo en las paredes que escalaba mientras se reía; en el hueco para la ropa de cama, en los sillones, en los espejos de casa. La veo escogiendo la misma playera rosa que tenía un hueso y que decía en letras brillantes "dog n' bone". La veo en el reflejo de la ventana del auto, buscando el segundo piso de los edificios e imaginando la historia, la de siempre "A esta hora, alguien ya está viendo la tv y se acuesta a descansar". 

La veo, porque ella no se ha ido. Ella cuando promete quedarse se queda contigo. Ella siempre ha sido leal a quienes realmente ama. Y a ella, ahora, le cuento todo. 

Qué sentirías si te digo que hoy mamá te escribió una carta donde te llamó su amiga. ¿Qué sentirías si te digo que hoy tú y tu mamá son amigas? Porque lograste escuchar y entender; lograste construir un camino que te lleve hacia ella donde las dos puedan transitar ida y vuelta; porque ahora la quieres por lo que siempre ha sido: una de tus mejores amigas.

¿Qué sentirías si te digo que se ríen juntas? Y ya nunca hay gritos. Ya no hay peleas, ni desacuerdos. Ahora hay dos personas que se abrazan en carreteras anchas mientras disfrutan la una de la otra. Ahora la ves en todos lados, también. La piensas incluso cuando no la piensas. Ahora mamá es mamá; el refugio que siempre soñaste. El beso más esperado, el abrazo más cálido, el consejo importante. Y ella, tan chiquita, brinca en mi pecho y me agradece lograr lo que ella pensó que nunca pasaría. Ella, tan chiquita y berrinchuda, ahora quiere que le cuente el secreto para poder llegar a este acuerdo más rápido. Ella no quiere pasar tanto tiempo discutiendo; yo sé que ella sólo quiere a su mamá. 

¿Qué sentirías si te digo que ahora te veo, en todos lados, y espero con ansias que llegues a este momento? Donde eres feliz y por fin te sientes en casa. Donde te deprimes, pero no abandonas. Donde te ves al espejo, ese que te hacía ver fea, y te ves bonita porque sabes que dentro hay una galaxia entera. Y todo lo que construyo, cada día, es por ti. Todo es para ti. 

Todos los besos que guardo, las anécdotas, los chistes no contados, las nubes naranjas y los pies en la arena, las carreteras, las canciones, los abrazos, los libros, las palabras nuevas, todas esas pequeñas cosas que te gustan y que siempre te han gustado, las guardo para ti. 

Porque te veo en todos lados, corriendo de arriba a abajo, trepada en un árbol, columpiandote alto. Con los ojos brillantes, la sonrisa picarona, las playeras grandotas. Te veo, a ti, y a nadie más. 

Y todo lo bonito que la vida nos va dando, te lo guardo, sólo a ti, que un día frente al espejo te limpiaste las lágrimas y me prometiste que seríamos felices. Y no me queda más que cumplirnos esa promesa, porque todo lo que hago, siento, veo y escucho te lo guardo, sólo a ti.

Porque quién soy es gracias a quien aprendió a ser, de a poquitos.

Y mi Sami, todo es para ti. 

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